Se suicidó la memoria,
plagiando los ritmos de un recuerdo lejano.
En las células duermen
registros de un aroma a violetas,
en la boca la hiel de
tus labios.
Se oculta las lágrimas taciturnas en cualquier esquina,
en la espera vacía de
un beso robado.
Inalterable son las
huellas del tiempo,
las horas necias que
se olvidan.
Estigma qué delata la pertenencia.
Enajenar los sentidos para callar la indiferencia.
Mi alma se hundió en algún lugar del mar,
ni siquiera esa gota fría te obligó a regresar.
Fue así como supe que el verano no llegaría a su madurez,
una tarde de enero amarró mis pies.
Indescifrable corazón dispuesto a renunciar.
Pálida memoria,
eterna gaviota sin rumbo surcando los mares….