Hay momentos en la vida que se asemejan a una escalera,
por obvias razones que competen solo a la escalera.
En el pasado su estructura fue de madera.
El tiempo y las
termitas la destruyeron.
Hoy sus
escalones están corroídos de óxido.
En el futuro su base estará sujeta por planchas de hierros y anclajes.
Cada escalón será un universo.
Y una baranda para descansar mis huesos,
me protegerá de huecos de escaleras o balcones
internos.
Contaré cada peldaño de a dos, ignorando la razón de los
unos.
Podré imaginar que estoy en el cielo y en el sexto escalón volver
a comenzar.
Ya no importará sí ascender es la meta o el subsuelo es el
destino,
cuando corra el tiempo me llevará el ascensor.
Si tienes la oportunidad de caminar, no te arrepentirás de
nada.
Si la vida te da a elegir, trata de ser una escalera de
caracol con alma:
La que tiene sus peldaños entregados por un extremo en una
zanca espiral que no deja hueco
alguno.